Felipe Moreira Flores, más conocido como Mr. Tapp, es un músico, compositor y productor chileno que ha cultivado una propuesta sonora única dentro del panorama independiente desde 2018. Radicado actualmente en Estados Unidos, Mr. Tapp ha lanzado recientemente su segundo álbum titulado “Oracle: Secretos del Creador”, disponible en plataformas como Spotify, Apple Music, Deezer y YouTube Music. Este trabajo conceptual nos sumerge en un viaje espiritual protagonizado por el Ser del Tiempo, entre visiones cósmicas y pruebas simbólicas que apuntan a la transformación interior.

Con una producción completamente independiente, pero enriquecida con colaboraciones selectas, el álbum propone una experiencia sensorial donde la guitarra –su herramienta principal– se transforma en un canal de conexión emocional y expansión de conciencia. Hablamos con Mr. Tapp para profundizar en su proceso creativo, las ideas detrás de Oracle, y su visión artística más allá de los géneros tradicionales.

¿Cómo nació la idea del Ser del Tiempo y este viaje espiritual que plantea la discoteca?

La idea del Ser del Tiempo nació como una revelación interna. Desde joven sentí que el tiempo no era lineal, que nuestras vidas no se desarrollan en una simple línea cronológica, sino en una espiral de conciencia donde las experiencias se entrelazan. Ese fue el punto de partida del primer álbum, una exploración de lo intangible. Con “Oracle: Secretos del Creador”, ese viaje continúa, pero desde otra dimensión: ahora hay un llamado, una misión. El personaje —Mr. Tapp—inicia una búsqueda intergaláctica en busca de sabiduría superior, enfrentando pruebas espirituales y guiado por seres cósmicos como Konscious. Es una historia que nace de la necesidad de trascender lo evidente y encontrar sentido en lo invisible.

Compones, produce y mezclas tu música de forma independiente. ¿Qué desafíos y libertades encuentras al mantener un control creativo total sobre tus obras?

La mayor libertad es que cada sonido, cada arreglo y cada silencio responden a una visión personal, sin compromisos externos. Pero esa libertad también implica asumir todos los desafíos: desde la carga emocional de tomar todas las decisiones, hasta la presión económica y técnica de lograr un resultado profesional. Hay días en los que uno duda, en los que todo parece demasiado grande, pero también está esa sensación invaluable de haber creado algo íntegramente tuyo, sin filtros. Creo que la independencia te obliga a conocerte ya confiar en tu intuición.

La guitarra juega un papel central en tu propuesta sonora. ¿Qué representa este instrumento para ti, tanto técnica como espiritualmente?

La guitarra es mi medio, mi forma de hablar con lo que no puedo explicar con palabras. Técnicamente me interesa explorar sus límites: el tapping, las afinaciones abiertas, los armónicos, la textura. Pero espiritualmente, es mi canal de conexión con lo que está más allá. Cuando toco, no estoy solo tocando cuerdas: estoy abriendo puertas. En esta discoteca, por ejemplo, la guitarra representa la voz del viajero, el hilo conductor entre dimensiones. Es un instrumento que vibra con el alma y que, bien utilizado, puede evocar otros planos.

Has contado con colaboraciones de músicos muy diversos, pero sin perder tu visión artística global. ¿Cómo eliges con quién trabajar y qué buscas en esas colaboraciones?

Busco personas que comprenden la emoción detrás de cada pieza. No se trata solo de tocar bien, sino de sentir lo que la canción quiere decir. En este disco trabajé con músicos muy distintos entre sí, pero todos aportaron desde la sensibilidad. Me gusta abrir espacio a las ideas de otros cuando vienen desde un lugar honesto. Yo marco el mapa, pero ellos ayudan a dibujar los caminos. Siempre estoy atento a los pequeños milagros que ocurren cuando alguien se conecta con la música desde su esencia.

¿Cómo fue el proceso de masterización en Portugal con Daniel Cardoso, y qué impacto crees que tuvo en el resultado final del disco?

Trabajar con Daniel Cardoso fue un cierre poderoso para todo el proceso. Después de casi dos años de producción casera, necesitaba que alguien con oídos frescos y experiencia técnica llevara el disco al siguiente nivel. Daniel entendió la profundidad del concepto y respetó el carácter emocional de cada pista. Su trabajo le dio al álbum ese equilibrio entre lo íntimo y lo expansivo, entre lo humano y lo cósmico. La masterización no fue solo un paso técnico, fue una culminación emocional.

Tus obras invitan a una introspección y expansión de conciencia. ¿Cómo influye tu propia búsqueda personal o espiritual en la música que creas?

Influye completamente. No puedo separar mi vida interior de lo que creo. Cada canción nace de una pregunta, una herida o una visión. He pasado por momentos muy intensos a nivel espiritual, y la música ha sido mi forma de entenderlos, procesarlos y compartirlos. No intento dar respuestas absolutas, sino abrir portales para que quien escuche también inicie su propio viaje. Para mí, hacer música es una práctica espiritual. Cada proyecto es un rito de paso.

Desde que te radicaste en Estados Unidos, ¿cómo ha influido este nuevo entorno en tu proceso creativo y en tu visión como artista independiente?

Vivir en Estados Unidos me ha desafiado a salir de mi zona de confort, tanto cultural como emocionalmente. Me enfrenté a otro ritmo de vida, otra forma de entender la música, pero también descubrí nuevas perspectivas y herramientas. Estar lejos de casa te obliga a redefinir quién eres, y eso se refleja en tu arte. Como artista independiente, este cambio me ha hecho valorar aún más la autenticidad y la capacidad de construir desde la raíz, aunque sea desde.

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