En el panteón del rock moderno, pocas bandas ocupan un espacio tan singular y paradójico como Deftones en el año 2025. No son una reliquia de una era pasada, ni una banda de legado que subsiste a base de giras nostálgicas. Por el contrario, se han consolidado como una fuerza artística vital y contemporánea, experimentando un renacimiento cultural que desafía todas las expectativas sobre la longevidad en la música. Su décimo álbum de estudio, private music, no llega simplemente como un nuevo lanzamiento, sino como la coronación de una carrera que ha demostrado una capacidad casi anómala para la reinvención y la relevancia sostenida.
La posición de Deftones es tan única que las comparaciones se vuelven complejas; para encontrar otro artista de la década de 1990 cuya influencia no solo ha perdurado sino que ha crecido exponencialmente mientras sigue produciendo obras de alto calibre, es necesario mirar hacia figuras como Radiohead o Björk. Al igual que ellos, Deftones ha trascendido su género de origen para convertirse en una categoría en sí misma. Este estatus se ha visto catapultado por un fenómeno inesperado: una explosión de popularidad entre una nueva generación de oyentes a través de plataformas como TikTok, donde canciones como “Cherry Waves” y “Sextape” se han convertido en virales, presentando su etéreo y brutal universo sonoro a millones de nuevos fans.
Este resurgimiento no es un mero accidente algorítmico; es la validación tardía de una victoria a largo plazo. Durante años, la banda observó cómo otros grupos, a menudo descritos como “imitadores”, tomaban elementos de su sonido para alcanzar un mayor éxito comercial. Ahora, en 2025, Deftones no solo ha sobrevivido a esos contemporáneos, sino que los ha superado en relevancia cultural, llenando estadios y encabezando festivales con una autoridad renovada. Esta nueva ola de admiración ha generado una presión adicional, una expectativa magnificada que la banda ha reconocido abiertamente. La pregunta que flotaba en el aire, acentuada por la espera de cinco años desde su último trabajo —el lapso más largo entre álbumes en su historia —, no era si Deftones podía hacer otro buen disco, sino cómo responderían a este momento culminante de su carrera.
La respuesta que ofrece private music es una declaración de integridad artística. En un momento en que la tentación de capitalizar su influencia en el shoegaze moderno era máxima, la banda optó por no perseguir tendencias. En lugar de entregar un álbum puramente atmosférico para satisfacer a su nueva audiencia, han creado una obra que es “distintivamente metal Deftones”, centrada en la potencia de los riffs y en la dinámica que siempre los ha definido. Este acto de autoafirmación transforma el álbum de un simple producto a un manifiesto. Es la materialización de lo que un crítico ha denominado una “vuelta de la victoria” , una celebración de su longevidad y su triunfo, ejecutada enteramente bajo sus propios términos.
El Contexto de Ohms y la Necesidad de un Nuevo Manifiesto
Para comprender la magnitud del logro que representa private music, es fundamental situarlo en el contexto de su predecesor, Ohms (2020). Aquel álbum fue recibido con críticas mayoritariamente positivas y visto como un necesario corrector de rumbo tras el divisivo Gore de 2016.
Ohms fue un disco que, en muchos sentidos, funcionó como una retrospectiva sónica, un trabajo que se sintió más “acumulativo que derivado”, encapsulando la culminación de todo lo que la banda había sido y logrado hasta ese momento. Sin embargo, esta cualidad de síntesis también fue percibida por algunos como su principal limitación.
La crítica retrospectiva que emerge con la llegada de private music sugiere que Ohms, a pesar de sus muchas virtudes, fue un disco “sofocado por intentar complacer a todo el mundo”. En su esfuerzo por atender a todas las facciones de su base de fans —los que anhelaban la pesadez de sus inicios, los que preferían la experimentación de
White Pony y los que se inclinaban por la grandiosidad melódica de la era Diamond Eyes—, el álbum corrió el riesgo de diluir su impacto. Aunque era un trabajo excelente, era poco probable que fuera “el disco favorito de Deftones de nadie”.
private music se erige como una bestia completamente diferente. Es un álbum con la mirada puesta únicamente en satisfacer a sus autores. Esta liberación de la necesidad de ser todo para todos ha imbuido a la música de una “energía excitable y una sensación de abandono” que no se había escuchado en la banda durante mucho tiempo. El resultado es un trabajo que se siente más enfocado, más audaz y, en última instancia, más cohesivo. La narrativa crítica que ha tomado forma es poderosa y unánime:
Ohms caminó para que private music pudiera “correr, saltar y volar”. Este nuevo manifiesto no busca resumir su pasado, sino utilizarlo como plataforma de lanzamiento hacia un futuro sónico que se siente a la vez familiar e innovador, demostrando que la verdadera culminación de su carrera no es una recapitulación, sino una continua y audaz proyección hacia adelante.
La Arquitectura del Sonido: Agresión, Belleza y la Mano de Raskulinecz
El Regreso del Arquitecto: Nick Raskulinecz y la Sombra de Diamond Eyes
Una de las narrativas centrales que definen el éxito abrumador de private music es el regreso del productor Nick Raskulinecz. Su nombre está indisolublemente ligado a la “renovación de mitad de carrera” de la banda, habiendo dirigido dos de sus álbumes más queridos: Diamond Eyes (2010) y Koi No Yokan (2012). Su reincorporación, por primera vez en más de una década, no fue una decisión casual, sino una declaración de intenciones. La crítica es unánime al afirmar que Raskulinecz es el productor “mejor preparado para capturar el sonido de Deftones tal y como son en 2025: más sabios, más centrados en la textura y los matices, pero aún capaces de desatar su ferocidad característica en cualquier momento”.
El resultado es un sonido que ha sido descrito consistentemente como “masivo, inmaculado y moderno”. La producción es una “fiesta auditiva”, especialmente con auriculares de calidad, donde cada matiz es masajeado, cada riff es reforzado y cada melodía es impulsada hacia el cielo, mientras que los momentos más tranquilos reciben un toque de una ligereza exquisita. Raskulinecz posee una habilidad casi única para capturar la dualidad inherente de Deftones, creando paisajes sonoros expansivos que otorgan a los arreglos el espacio necesario para respirar y sentirse épicos, incluso en los momentos de delicada intimidad.
La elección de Raskulinecz trasciende la mera competencia técnica; su producción actúa como un tercer personaje dentro de la dinámica de la banda. Si el motor creativo de Deftones es la tensión entre la fuerza gravitacional de Stephen Carpenter y la deriva etérea de Chino Moreno, la producción de Raskulinecz es el catalizador que no solo equilibra estas fuerzas, sino que las fusiona en un todo cohesivo y cinematográfico. Su trabajo en private music proporciona un hilo conductor directo con la grandiosidad de pantalla ancha y teñida de neón de Diamond Eyes y Koi No Yokan, resolviendo la dicotomía central de la banda en una declaración sónica unificada y abrumadoramente poderosa.
La Tensión Esencial: El Equilibrio entre Carpenter y Moreno
En el corazón de la alquimia de Deftones siempre ha residido la dinámica de “tira y afloja” entre el guitarrista Stephen Carpenter y el vocalista Chino Moreno. Es la colisión de dos universos: los riffs monolíticos y pesados de Carpenter, anclados en el metal, contra las melodías atmosféricas, los susurros sensuales y los gritos catárticos de Moreno, influenciados por el post-punk, el shoegaze y el new wave. En
private music, esta tensión fundamental no solo está presente, sino que, según la crítica, ha alcanzado su “equilibrio más perfecto desde la obra maestra del 2000, White Pony“.
Stephen Carpenter, cuya participación en álbumes anteriores como Gore había generado preocupación entre los fans por una aparente desconexión creativa , emerge en este disco completamente revitalizado. Su trabajo de guitarra es descrito como “monstruoso” , proporcionando el “impulso irrefrenable hacia adelante” del álbum. Sus riffs son una clase magistral de poder y matiz, evocando la crudeza de sus primeros trabajos sin sonar nunca anticuados, y demostrando una inventiva renovada que se considera entre las mejores de su carrera.
Frente a esta muralla sónica, Chino Moreno ofrece una de las actuaciones vocales más variadas y magistrales de su discografía. Su control sobre su instrumento es absoluto, saltando sin esfuerzo de un registro “impresionista a brutalista”. El álbum presenta un abanico completo de sus capacidades: “delirios, aullidos, lamentos, susurros y, por supuesto, gritos”. Su voz no solo complementa los riffs de Carpenter, sino que los redefine, tejiendo capas de emoción y abstracción que elevan cada canción. Este equilibrio perfecto, donde ninguna de las dos fuerzas domina a la otra sino que ambas se potencian mutuamente, es la clave que eleva a
private music al nivel de obra maestra, convirtiéndolo en el álbum “más completo y esencial” que han hecho en mucho tiempo.
El Lienzo Atmosférico: El Rol de Delgado, Cunningham y Sablan
Aunque la interacción entre Carpenter y Moreno es el epicentro del sonido de Deftones, la riqueza y profundidad de private music se deben a un ecosistema sónico completo, en el que cada miembro desempeña un papel insustituible. Frank Delgado, en los teclados y samplers, es el arquitecto de las “sutiles atmósferas” que envuelven la brutalidad y la belleza de la banda. Sus “sintetizadores pulsantes” y texturas electrónicas no son un mero adorno, sino una capa fundamental que añade una dimensión cinematográfica y menacing, como se evidencia en la apertura de “Ecdysis” o en los épicos paisajes sonoros de “Souvenir”.
La sección rítmica, compuesta por el baterista Abe Cunningham y el nuevo bajista Fred Sablan, es el ancla que proporciona la “envergadura tectónica” y la potencia visceral del álbum. La batería de Cunningham es explosiva y dinámica, impulsando las canciones con una fuerza implacable mientras mantiene una complejidad rítmica que evita cualquier monotonía. Por su parte, Fred Sablan, en su primera aparición en un álbum de Deftones tras la salida de Sergio Vega, se integra a la perfección. Su bajo no solo sigue los riffs de Carpenter, sino que les añade un “golpe en las entrañas”, creando grooves ajustados y líneas de bajo contundentes que son cruciales para el impacto general del disco. La cohesión de esta unidad de cuatro músicos, operando en una sincronía casi telepática, es lo que permite que la visión artística de private music se realice con tanta contundencia y detalle.
Anatomía de una Obra Maestra: Un Recorrido por los Momentos Cumbre de private music
El Martillo y la Seda
El álbum se despliega como un estudio de contrastes, donde la agresión más visceral coexiste con una belleza delicada. Las canciones más pesadas del disco no son simplemente ejercicios de brutalidad, sino composiciones dinámicas que demuestran la maestría de la banda en el manejo de la tensión y la liberación.
“My Mind is a Mountain” abre el disco y ha generado un fascinante debate crítico. Por un lado, es vista como una apertura contundente, un “opener saltarín” con un “riff demoledor de Stephen Carpenter” que establece inmediatamente el tono del álbum. Sin embargo, otras voces, como la de
Heavy Blog Is Heavy, la consideran una pieza predecible, “Deftones por manual”, y un “no-evento” en comparación con la apertura de Ohms, “Genesis”. Esta dualidad la convierte en un punto de partida intrigante, una canción que, aunque quizás familiar, sirve como una potente declaración de la identidad sónica del álbum.
“Milk of the Madonna”, el segundo single, ha sido recibido con aclamación universal y es considerado por muchos como uno de los puntos álgidos del disco, si no el mejor. Es una canción “frenética y sin aliento” , que explota desde un feedback resonante hacia “acordes de potencia ardientes”. Su cualidad “arrogante” y su estribillo memorable, con el mantra “Holy ghost, I’m on fire / Holy Spirit, I’m on fire” , la convierten en un himno instantáneo, diseñado para ser coreado en estadios.
Quizás la sorpresa más celebrada del álbum es “Cut Hands”. Esta canción es un viaje de vuelta a las raíces más crudas de la banda, descrita como su “canción más abiertamente nu metal en años”. Con sus “riffs basados en el groove” y una entrega vocal de Moreno que roza el rap, evoca directamente la era de
Adrenaline. Sin embargo, no es una simple regresión; es una reinterpretación madura y refinada de su sonido original, una demostración de cómo pueden tomar los elementos de su pasado y ejecutarlos con la sofisticación y el control que han adquirido a lo largo de tres décadas.
Ecos en la Eternidad
En el otro extremo del espectro sónico se encuentran las piezas que solidifican la reputación de Deftones como maestros de la atmósfera y la épica shoegaze. Estos temas expansivos son el corazón emocional de private music.
“Souvenir” se erige como la pieza central del álbum. Con más de seis minutos de duración, es un “asunto expansivo y onírico” , dominado por el trabajo de guitarra “exuberante y atronador” de Carpenter. La canción es una odisea sónica que culmina en una audaz declaración artística: un outro ambiental de casi dos minutos que lleva al oyente a la deriva. Líricamente, es también una de las claves para entender el arco temático del álbum, introduciendo la idea recurrente de la ascensión espiritual y la proyección astral.
“I Think About You All The Time” es aclamada casi unánimemente como una de las canciones más hermosas que la banda ha grabado jamás. Representa la inmersión más profunda del álbum en el shoegaze, superando incluso a clásicos como “Sextape”, con una estructura más espaciosa y una evolución más interesante. La canción es un ejemplo magistral de construcción dinámica, comenzando como una “delicada canción de amor” con guitarras ligeras y la voz tierna de Moreno, para luego estallar en una “acometida melódica impresionante” que envuelve al oyente por completo. Es un recordatorio de que, para Deftones, la vulnerabilidad puede ser tan pesada y abrumadora como el riff más brutal.
La Conexión Shoegaze: Ecos Etéreos y Muros de Sonido
La influencia del shoegaze ha sido un elemento presente en el ADN de Deftones casi desde sus inicios, una textura que siempre los ha diferenciado de sus contemporáneos del nu-metal . Sin embargo, en private music, esta faceta de su sonido no es solo una influencia, sino un pilar central. En un momento en que su música resuena con una nueva generación de fans que los descubren a través del prisma del shoegaze en plataformas como TikTok, la banda ha decidido abrazar este aspecto de su identidad más que nunca .
El álbum está repleto de “momentos más ligeros y nu-gazier” y paisajes sonoros exuberantes . El productor Nick Raskulinecz es clave en este aspecto, capturando a la perfección la transición de la banda entre la “pesadez del alt-metal y el ambiente shoegaze”. El resultado es un sonido que se ha descrito como una evolución hacia una mayor sonoridad “shoegaze”, manteniendo al mismo tiempo los ritmos y la garra que definieron sus primeros trabajos .
“I Think About You All The Time” es el ejemplo más claro de esta dirección. Se considera la inmersión más profunda de la banda en el género hasta la fecha, una pieza “oceánica” que construye un épico muro de sonido a partir de una “neblinosa onda de un riff”. Muchos críticos la ven como una superación de su clásico “Sextape”, siendo más espaciosa y con una evolución más interesante. Es una canción que se siente como si Deftones estuviera “disfrutando de su reciente influencia” en la escena moderna.
Pero la influencia no se detiene ahí. “Infinite Source” ha sido elogiada como una de las “fusiones de dream pop y metal mejor ejecutadas” del año , mientras que los temas más lentos del álbum, como “Souvenir” y “Departing the Body”, han sido descritos como evocadores de actos de “nu-shoegaze” como Wisp, con un “muro de sonido evanescente e incorpóreo que es distintivamente Deftones pero a la vez no del todo” .
Es importante destacar que, a pesar de este claro énfasis, la banda no ha entregado un álbum puramente shoegaze . En lugar de perseguir una tendencia, han integrado estos elementos de forma orgánica en su sonido característico, demostrando un crecimiento en su experimentación con instrumentación “más ruidosa/shoegaze” sin perder su esencia .
Trascendencia y Abstracción
Más allá de perfeccionar sus fórmulas conocidas, private music también presenta momentos de pura innovación que empujan los límites del sonido de la banda. Es en estas canciones donde se vislumbra el futuro de Deftones.
“Infinite Source” es quizás el número “más distintivo” del álbum. Construida sobre un riff principal único de “dobletes ascendentes”, la canción expande las ideas más etéreas exploradas en la pista titular de
Ohms. Ha sido elogiada como una de las “fusiones de dream pop y metal mejor ejecutadas” del año y, para algunos, la composición más pegadiza que la banda ha escrito desde los años 90.
“Ecdysis” es una canción temáticamente central. Su título, que significa el proceso de mudar la piel, se conecta directamente con la imagen de la serpiente en la portada del álbum y el tema general de la transformación. Musicalmente, es una fusión audaz, descrita como un cruce entre “The Smashing Pumpkins y New Order en clave de metal” , con un groove bailable y una línea de bajo potente que recuerda a la era de White Pony.
El álbum concluye con “Departing the Body”, un cierre climático que ha sido calificado como uno de los mejores de toda su discografía. La canción sorprende desde el principio, con Moreno adoptando un registro vocal inédito: un barítono gótico y grave, comparado con Nick Cave o un cantante de post-punk. Desde esta calma inquietante, la canción explota en un final clásico de Deftones. Líricamente, retoma el tema de la ascensión espiritual, llevando el álbum a un “final latente pero melancólico”.
Al observar estas canciones en conjunto, emerge un patrón narrativo. El álbum funciona como una autobiografía codificada de la carrera de la banda. Comienza con un guiño a sus orígenes (“Cut Hands”), pasa por la “muda de piel” de su evolución (“Ecdysis”), alcanza la maestría de su sonido atmosférico (“I Think About You All The Time”) y culmina en una trascendencia final (“Departing the Body”). private music no es solo una colección de canciones; es el sonido de una banda que reflexiona sobre su propio legado y lo utiliza para impulsarse hacia un nuevo plano de existencia artística.